Ever Sánchez Osorio
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
México Puebla
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
México Puebla
Desde finales de 1989 los pueblos de la región, llamándose a sí mismos pueblos indígenas, han luchado por hacer de Vicente Guerrero el municipio número 18 del estado de Tabasco. Para efectos de lograr sus objetivos los habitantes de esta región han creado instituciones y llevado acabo eventos como la Universidad Indígena Latinoamérica, la Convención de los Pueblos Indígenas, la marcha por la autonomía municipal, la radio chontal y el Consejo de Gestión Popular para el Establecimiento del Municipio de Vicente Guerrero (CGPMVG). De este último organismo se desprende la integración de seis Centros Integradores (la idea de Centro Integrador –como foco de desarrollo social y local – fue establecida por el entonces gobernador de Tabasco Tomas Garrido Canabal, en el año de 1932, para generar polos de desarrollo y puntos de reuniones céntricos para los habitantes del lugar) con la posibilidad de que el proyecto sea más fuerte y por ende de respuesta más inmediata.
La constitución del un municipio de Vicente Guerrero – desde esta mirada –, parte de una aspiración colectiva, una lucha local y regional a través por el cual se buscan espacios autónomos de representación a través de la identidad étnica. En este sentido, se apela a la “autoadscripción”, entendiéndola como la identificación propia de una colectividad, de acuerdo “a una identidad básica ya sea su origen o formación” (Barth, 1976:15). Éste proceso se debe observar en un contexto de poder relacionado con las trasformaciones del estado mexicano en las últimas dos décadas, es decir, en la irrupción y ascenso de los movimientos indígenas en el escenario social y su reivindicación en el contexto mexicano.
Las experiencias vividas de las contradicciones sociales al margen del poder regional y estatal, las limitaciones de participación social y la negación de sus espacios autónomos como etnia, han llevado a algunas comunidades, pueblos y villas de la región sur de México en Tabasco a autoadscribirse como chontales. Esto les permite crear una auto-definición como grupo para contender en busca de una representación de sus espacios autónomos y locales, y tener acceso a la participación social, política y cultural del estado. Lo que permite observar como la constitución de un sujeto colectivo patente en sus voces, localidad, su historia y presente, al tener conciencia de su manifestación como grupo desafía a grupos antagónicos, imagina un terreno y un modo de organización alternativos a los poderes regionales y de clase. La lucha de la municipalización puede verse emergiendo dentro de un poder social, donde las clases subalternas buscan, imaginan y materializan espacios políticos de representación frente y dentro de relaciones de dominación lo cual revela, estrategias para la creación de nuevas formas de gobierno “desde abajo” en relación a poderes mayores.
La constitución del un municipio de Vicente Guerrero – desde esta mirada –, parte de una aspiración colectiva, una lucha local y regional a través por el cual se buscan espacios autónomos de representación a través de la identidad étnica. En este sentido, se apela a la “autoadscripción”, entendiéndola como la identificación propia de una colectividad, de acuerdo “a una identidad básica ya sea su origen o formación” (Barth, 1976:15). Éste proceso se debe observar en un contexto de poder relacionado con las trasformaciones del estado mexicano en las últimas dos décadas, es decir, en la irrupción y ascenso de los movimientos indígenas en el escenario social y su reivindicación en el contexto mexicano.
Las experiencias vividas de las contradicciones sociales al margen del poder regional y estatal, las limitaciones de participación social y la negación de sus espacios autónomos como etnia, han llevado a algunas comunidades, pueblos y villas de la región sur de México en Tabasco a autoadscribirse como chontales. Esto les permite crear una auto-definición como grupo para contender en busca de una representación de sus espacios autónomos y locales, y tener acceso a la participación social, política y cultural del estado. Lo que permite observar como la constitución de un sujeto colectivo patente en sus voces, localidad, su historia y presente, al tener conciencia de su manifestación como grupo desafía a grupos antagónicos, imagina un terreno y un modo de organización alternativos a los poderes regionales y de clase. La lucha de la municipalización puede verse emergiendo dentro de un poder social, donde las clases subalternas buscan, imaginan y materializan espacios políticos de representación frente y dentro de relaciones de dominación lo cual revela, estrategias para la creación de nuevas formas de gobierno “desde abajo” en relación a poderes mayores.
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